Los dispositivos electrónicos han transformado nuestra vida diaria, ofreciendo comodidad pero también un notable impacto ambiental que a menudo pasa desapercibido. Desde la extracción de recursos hasta la gestión de residuos, el ciclo de vida de estos aparatos implica un costo ambiental considerable que no podemos ignorar.
Cada año, en Colombia se generan alrededor de 83.000 toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), de las cuales apenas el 10% se recicla. Esto significa que la mayoría de estos desechos terminan en vertederos ilegales, contaminando nuestro entorno.
La fabricación de estos dispositivos requiere una gran cantidad de recursos naturales, lo que provoca daños ambientales significativos y contribuye al cambio climático. Durante su uso, los aparatos electrónicos consumen una parte considerable de la energía total, generando emisiones de gases de efecto invernadero. Al final de su vida útil, si no se gestionan correctamente, se convierten en residuos peligrosos que contaminan el suelo y el agua.
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“La fabricación de aparatos electrónicos requiere una gran cantidad de recursos naturales, como metales raros, plásticos y otros materiales. La extracción de estos recursos conlleva una huella ambiental considerable, causando daños a los ecosistemas y agotando los recursos naturales. Además, el proceso de producción consume grandes cantidades de agua y energía, contribuyendo a la emisión de gases de efecto invernadero y al cambio climático” comenta la Unidad de Gestión Ambiental (UGA), Universidad El Bosque.
Para reducir este impacto, esencial adoptar prácticas sostenibles en todas las etapas del ciclo de vida de los dispositivos electrónicos. Esto incluye comprar dispositivos energéticamente eficientes, prolongar su vida útil mediante el mantenimiento y la reparación, y desechar los residuos de manera responsable en centros de reciclaje autorizados. Además, fomentar el consumo consciente también desempeña un papel clave en la protección del medio ambiente.